miércoles, septiembre 10, 2008

Con tus grandes ojos ausentes

He seguido paso a paso el lúgubre cortejo de tu partida con el mismo interés con que los ancianos intentan predecir su muerte.

He vestido de negro mis días, levantado plegarias contra tu buena suerte, comido del pan de la desesperanza y maldecido tu nombre en más de una ocasión.

He andado de aquí para allá cargando a cuestas los muertos que me dejo tu amor, he llenado de nostalgias algunas botellas vacías, he cambiado mi fe un par de veces para ver si algo dentro de este vacío cambia un poco también.

He llegado al borde de la desesperanza, he llegado al punto de engañarme a mí mismo con la idea de que un día regresaras…, más esa puerta nunca se abrió, ninguna carta llegó con tu nombre, ningún barco te devolvió a mis días.


Hoy con tus grandes ojos ausentes siento que aun me vigilas, aun yo te presenció en mi vida y asisto como único testigo vivo a las ruinas de ese ayer para dos que compartimos…, y te sufro igual como se sufre de los malos salarios, de la mala memoria y de la resaca que produce el mal vino.

1 comentario:

Maite dijo...

Esa soledad maldita..
Muy bellas palabras
un saludo!