El la miraba con sus grandes ojos de perro, con una pata rascaba su lomo, mientras que con su olfato trataba de sortear las cirscuntancias.
el lanzo dos ladridos a la luna, rasco con sus patas el piso, gruño con ansias por un hueso de su jugoso amor
Los perros no van al cielo,
los perros no van a ninguna parte pensó ella
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