martes, junio 27, 2006

Paren todos los relojes, corten los teléfonos,
eviten que los perros ladren con huesos jugosos.
Silencien los pianos, y con tambor amortiguado,
traigan afuera el cajón, dejen que los afligidos vengan.
Dejen que los aviones circulen gimiendo por encima,
garabateando en el cielo el mensaje "él esta muerto".

Pongan grandes cintas alrededor de los blancos cuellos de los cisnes.
Dejen que los policías de tráfico usen negros guantes de algodón.

Él era mi norte, mi sur, mi este, y oeste,
mi semana de trabajo y mi descanso de Domingo,
mi mediodía, mi medianoche, mi habla, mi canción.
Pensé que el amor duraría para siempre. Estaba equivocado.

No deseo estrellas ahora, apagenlas todas y cada una de ellas.
Envuelvan la luna y desmantelen el sol.
Vuelquen el océano y barran la madera.
Porque ahora nada podría hacer ningún bien.

Escrito por W.H. Auden.

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